El calor o el estrés pueden provocarnos problemas para conciliar el sueño que, unidos al insomnio y a otros trastornos relacionados con el descanso, pueden amargarnos las vacaciones o convertirse en un problema de salud que conviene atajar.
Las dificultades para dormir son un problema bastante común, no solo en los meses más calurosos del año. Actualmente más de un 20% de la población sufre alguna alteración del sueño y al menos un 10% tienen algún trastorno crónico relacionado con el descanso.
Los trastornos más comunes suelen dividirse por franjas de edad, pues es común que niños y adolescentes presenten insomnio, parasomnia o terrores nocturnos; y los adultos apnea del sueño e insomnio, sobre todo. Te lo contábamos en detalle en una publicación anterior: Los trastornos del sueño, ¿están cubiertos por el seguro?
En verano, los trastornos del sueño se multiplican, pues el calor, el cansancio de un día ajetreado o el estrés se unen a los trastornos más comunes para impedir que logremos una rutina regular y saludable de descanso, y esto puede llegar a producirnos problemas sociales, psicológicos y físicos, es decir, problemas de salud.
¿Cómo dormir mejor en verano?
Antes de acudir a la medicación, existen algunas estrategias que podemos implementar, por nuestros propios medios y sin riesgos, para descansar en casa. Si nos cuesta relajarnos o tenemos un sueño ligero, podemos seguir alguno de los siguientes consejos para encontrar el que nos funcione:
- Aprovecha la hora de la siesta: si estás de vacaciones o con horario reducido, tal vez puedas dedicar unos minutos a la sanísima costumbre de la siesta. Si no has descansado bien de noche, recupera en unos 15-20 minutos, como mucho media hora, ese descanso extra que pide tu cuerpo.
- Prepara el dormitorio: evita que reciba demasiado sol y calor durante el día con las persianas bajadas, ventanas cerradas si hace mucho calor, o toldos y tendales… Y si dispones de ventanas enfrentadas, ábrelas para que circule el aire fresco, preferiblemente de noche. Aleja las fuentes de calor innecesarias de la cama (equipos eléctricos, luces fuertes…), prepara el lecho e ilumina la habitación con luz tenue. Y si hace demasiado calor y dispones de aire acondicionado, conéctalo unos minutos antes de acostarte, o sitúa un cuenco con hielo justo delante de un ventilador… todo ayuda.
- Y en cuanto a los mosquitos, evítalos a toda costa, también en tu lugar de descanso, o bien con mosquitera o bien con repelente (natural o artificial). Impide que se te acerquen y que te despierte no solo el picor, sino también su molesto zumbido nocturno.
- Antes de dormir: nada de cenas demasiado abundantes o con alimentos difíciles de digerir. Tampoco es buena idea atiborrarse de café, alcohol o bebidas estimulantes antes de ir a la cama. Si tienes un momento y un lugar idóneo (bañera, piscina…), toma un baño relajante justo antes de dormir.
- En verano estamos más cansados porque solemos programar más actividades al aire libre. Pero si este no es tu caso, cánsate. La actividad física diaria es buena para la salud de las personas y ayuda a favorecer el descanso.
- Recuerda apagar dispositivos electrónicos al menos una hora antes de ir a dormir: televisión, tablet, móvil… todo descansando antes de que descanses tú.
- La rutina veraniega. Si bien es cierto que la rutina vital ayuda (cenar y acostarse a la misma hora), en verano solemos salirnos de la rutina diaria y no mantenemos estables ni horarios de comida ni de sueño. Sin embargo, mantener ciertos patrones en el momento previo al descanso puede ayudar a conciliar el sueño.
El sueño tiene un papel de importancia en el metabolismo del ser humano, en nuestro sistema inmunológico y en nuestra memoria, aprendizaje, estado de ánimo… por eso es tan importante descansar las horas necesarias para poder desarrollar una vida plena.
Si, a pesar de haber puesto en práctica estos consejos, no consigues descansar como deberías, y el insomnio se prolonga demasiado en el tiempo, debemos acudir a un especialista que nos pueda ayudar a paliar las posibles complicaciones físicas o psicológicas que puedan estar asociadas a la falta continuada de horas de sueño.
Cuándo acudir al médico por un trastorno de sueño
Nuestras necesidades de descanso van variando a lo largo de nuestra vida, pero es cierto que, si los patrones se interrumpen por algún motivo fuera de lo común durante un tiempo determinado, sería conveniente vigilar de cerca los posibles motivos.
Si, por ejemplo, el tiempo de descanso se reduce paulatinamente, nos despertamos varias veces en medio de la noche o no tenemos un sueño profundo, y por las mañanas tenemos somnolencia o fatiga durante un periodo continuado, fuera de la situación normal, tal vez haya llegado el momento de recurrir a un profesional.
Aunque haya multitud de suplementos y fármacos que favorecen el sueño, no conviene automedicarse en ningún caso, sino acudir a nuestro médico del sistema de salud o a profesionales de los cuadros médicos incluidos en los seguros de salud.
Pues dormir bien es pilar fundamental de nuestra salud y nuestra vitalidad diurna, y si la falta de descanso se convierte en un trastorno, existen numerosos tratamientos, no solo farmacológicos, que pueden mejorar mucho la calidad de vida de las personas que padecen esta situación.