Antes de nada, conviene destacar que el estrés es una respuesta del organismo a estímulos exteriores, y que no siempre es negativo. De hecho, existen varios tipos de estrés, pero en este artículo solo nos vamos a referir al estrés patológico, también llamado distrés.
El problema surge, pues, cuando el estrés aparece como respuesta a situaciones de conflicto como problemas en el trabajo, problemas de relaciones sociales, problemas familiares… En estas ocasiones se producen una serie de síntomas que, si se prolongan con intensidad en el tiempo pueden producir una situación patológica que debe ser tratada por un profesional médico.
Síntomas del estrés patológico
Normalmente estos síntomas suelen ser físicos (dolores de cabeza constantes, dolores de espalda o cervicales); estomacales o intestinales; emocionales (irascibilidad, ansiedad, etc.); o fisiológicos (dificultad para respirar, dolor en el pecho, aumento de la frecuencia cardíaca o de la presión sanguínea…).
Tipos de estrés patológico
En cuanto a los tipos de estrés, se suelen establecer tres categorías, atendiendo a la prolongación de la situación y a sus efectos.
Así, el estrés agudo es aquel que se produce debido a una situación puntual que sobrepasa las capacidades o el tiempo de reacción de la persona afectada. Este tipo de estrés es el más común, pero también es el más manejable o tratable, debido a su corta duración. Los síntomas más comunes son: cansancio, tensión, sobreexcitación y una ligera ansiedad. Este tipo de estrés puntual no suele requerir tratamiento, pues la situación no se prolonga demasiado en el tiempo y no afecta de manera profunda a la situación física o psicológica de la persona que lo manifiesta.
El estrés agudo episódico es el que sufren las personas que se ven atrapadas en una situación de estrés agudo que se prolonga en el tiempo. Estas personas suelen mostrarse irritables, con carácter agrio o en un continuo estado de ansiedad, y es habitual que presenten dolores de cabeza, presión en el pecho, dolores tensionales de espalda, etc. El tratamiento pasa por una terapia psicológica que puede durar meses.
El siguiente nivel es el del estrés crónico, estrés agotador que puede producir tal desgaste físico y emocional que la persona que lo sufre se ve incapacitada para continuar con su vida con normalidad. Los síntomas más severos de este tipo de estrés suelen requerir tratamiento psicológico y farmacológico.
¿Cubre el seguro de salud las situaciones de estrés?
No conviene ignorar las situaciones de estrés, porque si se prolongan demasiado en el tiempo, influirán muy negativamente en nuestra salud, generando otras patologías asociadas tales como enfermedades del corazón o crisis nerviosas. Por ello, es muy positivo acudir a los profesionales de nuestro seguro médico en cuanto lo necesitemos.
La mayor parte de los seguros de salud del mercado suelen incluir pruebas diagnósticas para identificar este tipo de riesgos. Además, algunas pólizas contemplan la asistencia psicológica entre sus prestaciones esenciales, pero las condiciones en las que ofrecen esta garantía suelen variar de una compañía a otra. Así, los seguros médicos sin copago que ofrecen coberturas psicológicas suelen limitar el número de sesiones al año a 15 o 20. Por otro lado, los seguros con copago suelen ofrecer el acceso a consultas de salud mental pagando una cuota reducida por cada sesión, y los seguros de reembolso que cubren la psicología suelen ofrecer un coste máximo por sesión.